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24/11/2021 / Barcelona

Juan Villoro, escritor: ‘Las sociedades conspiran contra la cultura y la educación porque las encuentran peligrosas’

El escritor y periodista mexicano Juan Villoro nos ha visitado con motivo de la publicación de su última novela, La tierra de la gran promesa (Literatura Random House, 2021), lo que sin duda es una excelente noticia dada la contrastada categoría de su autor, uno de los grandes nombres de las letras contemporáneas en idioma español. Rodeados por la exposición América XXI, hemos conversado con él sobre esta obra, un thriller que profundiza en las frustraciones de una generación que soñó con alcanzar la utopía. Y también sobre el escenario que deja la pandemia del Covid-19 y sobre los 110 años de nuestra institución, con la que Villoro está estrechamente unido.

Ver aquí el vídeo de la entrevista.

Sobre La tierra de la gran promesa
Es el título de la película que se estaba exhibiendo cuando se incendió la Cineteca Nacional de México en 1982. Ahí se perdió todo el acervo cinematográfico del país. Fue un momento emblemático para mi generación: sentimos que el cine se nos iba de las manos. El título era particularmente irónico: México no era la tierra de la gran promesa y además en esa película, dirigida por el polaco Andrzej Wajda, el protagonista pierde todas sus ilusiones en el incendio de una fábrica. Pensé que con el tiempo este fuego seguiría alimentando otras cosas y de forma un poco casual me surgió la historia de un cineasta que habla dormido y está casado con una sonidista que registra sus palabras y advierte que a través de unas pesadillas recurrentes él intenta confesar algo que no le ha dicho a ella y que le tiene preocupado de manera acuciante, no deja de murmurar palabras al respecto. Me pregunté qué pasaría con este personaje en la otra parte de su vida, cuando está en la vigilia, con los ojos abiertos. Decidí que sería un documentalista en zonas de alto riesgo en México -casi todas lo son- que trata de purgar una culpa de su pasado. Es muy osado, intrépido, esperando que el destino ajuste cuentas con él y lo castigue por algo del pasado. De pronto advierte que hay muchas cosas que escapan por completo a su control, la realidad es tan difícil de manipular y administrar como la de los sueños mismos. El discurso diurno se convierte en algo tan conflictivo como el discurso nocturno. Y a consecuencia de un documental que hace en una casa de seguridad de un capo del narcotráfico se ve implicado en una encrudijada ya que inadvertida e involuntariamente se convierte en delator de un criminal significativo, lo que favorece a otros grupos rivales. El delito también tiene intereses narrativos. Capturar a una persona significativa puede ser muy útil para otras ramas de la delincuencia que atribuyen los delitos que cometen a quien ya está en prisión. Esta lucha de narrativas, las del sueño y las de la realidad, que creemos controlar pero donde nos convertimos en cómplices o actores involuntarios de otras personas, es sobre lo que trata La tierra de la gran promesa.

¿Hay algún mensaje involuntario en la novela?
Luis Buñuel, que aparece un momento en la novela pues fue figura decisiva en el cine mexicano, decía que su ideal consistía en filmar como quien dirige un sueño. En los sueños utilizamos una reserva de nosotros mismos, todos tenemos una caja de seguridad en nuestro interior pero ignoramos la combinación que la abre. Los sueños de pronto nos dan el password, la combinación para que afloren cosas que ya estaban dentro de ti pero no sabías cómo interpretar. Traté de que en la novela hubiera una revelación importante ocurrida durante un sueño. Mi maestro del cuento, Augusto Monterroso, decía que los sueños literarios siempre fracasan, los sueños son muy arbitrarios y siempre es muy fácil escribir cosas locas justificándolas como un sueño verosímil porque ningún sueño lo es. Pero los que filman como si soñaran, como Buñuel, o los que escriben como si soñaran, aunque no se trate de sueños, como Kafka, saben que hay esta consistencia extraña donde puedes descrubir algo de ti mismo sin estar del todo consciente de lo que estás haciendo. De pronto sueñas y eres mayor que tu padre, que te dice algo en ese sueño, algo que te podría haber dicho estando vivo, y aunque tu padre ya esté muerto te sigue adiestrando desde ese sueño. Quería poner en juego estos misterios de nuestro inconsciente en una novela que tiene mucho de thriller, que se involucra con la realidad mexicana, pero las relevaciones más significativas para el personaje principal ocurren siempre en pasajes muy parecidos al sueño.

¿La novela refleja la desesperanza de una generación?
México es un país donde la esperanza se ha inaugurado y prometido muchas veces. Es un país extraordinariamente rico, con recursos naturales muy potentes, con una cultura extraordinaria, desde la popular a las formas más sofisticadas del arte, y sin embargo no encuentra su rumbo cívico por la corrupción rampante, una impunidad terrible y la discriminación muy fuerte de la mujer, de los índígenas, del otro en general. La novela pasa por las esperanzas y los desencantos, en su trama se contraponen las ilusiones, las desaforadas y excesivas y las reales que podamos tener. Mi generación creció en una época en la que las utopías estaban en oferta: el socialismo democrático, el movimiento hippy, las puertas de la percepción abiertas por las drogas, el amor libre... Años después, el socialismo que anhelabamos acabó en autoritarismos lamentables; el retorno hippy a la naturaleza en el ecocidio; el amor libre en la pandemia del SIDA, y la puerta de la percepción de las drogas en el narcotráfico. Al no llegar a esa tierra prometida hubo una gran decepción, conozco a mucha gente desencantada. Pero mi protagonista, Diego González, está relacionado con una mujer más joven, una milenial, Mónica, de una generación que no ha conocido las utopías, solo la crisis y el desencanto. Al estar metida en un mundo más duro, al no proponerse llegar a una arcadia impecable sino modificar lo que se puede cambiar, ella se adapta mejor a las circunstancias. La metáfora sería: La tierra prometida no está lejos ni es un lugar impecable. Es el horror en que vivimos, el espanto que nos consta pero que podemos modificar de alguna manera. Es el aprendizaje que tiene mi protagonista. Me gustan las novelas donde los personajes se transforman y me gustaría pensar que en la lectura de una novela extensa también el lector se transforma de alguna manera.

Lecciones de la pandemia del Covid-19
Hace poco más de 10 años hablé aquí en Casa Amèrica Catalunya de la gripe A, llamada también gripe mexicana, durante un tiempo vivimos en una situación de enorme peligro... Los científicos y virólogos sabían que podía venir otra pandemia. Inevitablemente el mundo está interconectado pero no unido. Interconectado y por eso contagiamos en todos los continentes y no hay manera de frenar epidemias en tiempos de globalización. Pero no estamos unidos, no hay manera de enfrentar estos dramas de manera articulada. Sólo podremos ser inmunes cuando tengamos una comunidad que nos permita protegernos entre todos. Es uno de los grandes desafíos de la pandemia. Cada vez tenemos más sociedades que apelan a más reglas y restricciones, que operan casi como un estado de excepción, que pretenden tener un control biopolítico de los ciudadanos. La respuesta fuerte y duradera no está en pensar en sociedades competitivas hiperrreguladas sino en tener comunidades solidarias que trasmitan valores y afectos. Lo vemos en México en los pueblos originarios de Chiapas y Oaxaca, son los que mejor resistieron a la pandemia y los que mejor pueden dirigirse con democracias participativas, directas, no meramente representativas. La idea de comunidad es lo más importante que podemos sacar como lección de esta pandemia.

Desgraciadamente, las restricciones económicas de los Gobiernos con la crisis por la pandemia castigan antes que nada a la cultura, la educación y la ciencia, a las respuestas de largo plazo a los problemas que hemos tenido. Si soportamos el encierro y la convivencia forzada con otras personas fue gracias a la representación de la realidad que tenemos a través de la cultura y la educación. Y si podremos enfrentar esto de mejor manera será gracias a la ciencia. Pero estamos en un momento en que las sociedades conspiran contra la cultura y la educación porque las encuentran peligrosas.

¿Qué le parecen los 110 años de Casa Amèrica Catalunya, su entresuelo prodigioso?
Tuve la oportunidad de estar con el inolvidable Toni Traveria en el Saló de Cent del Ayuntamiento de Barcelona, en un homenaje que se le hizo a Casa Amèrica Catalunya y donde pude decir una palabras (*). Allí hablaba del entresuelo prodigioso porque es admirable que se hayan logrado tantas cosas en un espacio inmobiliario tan limitado en una ciudad de palacios, torres y mansiones solariegas como Barcelona. Hago votos porque este entresuelo prodigioso sea la plataforma para que alguna vez esta institución sea completamente digna de su nombre y tenga lo que se merece: una casa.

(*): La casa al final del viaje, intervención de Juan Villoro en el acto de entrega de la Medalla de Oro del Ayuntamiento de Barcelona a la Fundación Casa Amèrica Catalunya el 26 de abril de 2012.