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11/11/2008 / Barcelona

El premio Cervantes de Literatura, Carlos Fuentes, partidario de la legalización de las drogas para terminar con los narcotraficantes mientras México vive su enésima jornada negra de violencia

En una reciente entrevista con la agencia de noticias AFP, el escritor mexicano Carlos Fuentes, premio Cervantes de Literatura, se declara partidario de la legalización de las drogas como fórmula para liquidar el narcotráfico, asunto que está provocando una sangría humana en México donde en lo que va de año han fallecido cerca de 4.500 personas de forma violenta. “La única forma de frenar la violencia de los cárteles en México es con la legalización de las drogas. Si seis o siete países se pusieran de acuerdo en legalizar el consumo de drogas terminaríamos con los narcotraficantes", afirma Fuentes. En las últimas horas, trece personas han muerto asesinadas en Ciudad Juárez, en la frontera con Estados Unidos.

Según Fuentes, "con la legalización del alcohol en Estados Unidos no dejó de haber ebrios, pero sí se acabaron los “Al Capone”. De la misma forma, con la legalización de las drogas no se resolverá el problema de los adictos, pero al menos se terminarían los narcotraficantes".  La última obra de Fuentes, , 'La voluntad y la fortuna' (Ed. Alfaguara), tiene como protagonista a un decapitado, el número mil del año, y su trama refleja la realidad de su país aunque la novela fue escrita antes del actual estallido de violencia que azota a México. "Escribí la novela antes de que se registraran varios casos de decapitados en el estado de Guerrero, al sur del país, en 2006, precisamente donde aparece el degollado, uno de los personajes centrales del libro. Sin duda, en México queremos ser escritores y nos convertimos en profetas. La realidad supera la ficción", apunta Fuentes. 13 asesinatos en cadenaUna realidad que de forma obstinada da la razón al escritor. Así, en las últimas horas se han registrado en Ciudad Juárez –uno de los epicentros de la violencia de los ‘narcos’ mexicanos- trece asesinatos. Alguno de ellos tan escabroso como el del cadáver decapitado, mutilado de brazos y piernas y calcinado, que ha aparecido frente a un cuartel de policía, en el mismo lugar donde sólo una semana antes se había localizado otro cuerpo, éste colgado y con una máscara de cerdo cubriéndole la cara. De los 4.466 asesinatos imputados al crimen organizado registrados este año en México, más de un millar han tenido lugar en Ciudad Juárez, según datos extraoficiales publicados en el periódico mexicano ‘El Universal’.  La investigación del ‘avionazo’Por su parte, el presidente del país, Felipe Calderón, ha pedido que no se especule sobre las causas de la caída del avión en la que murieron el secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, el ex fiscal antidroga del país, José Luis Santiago Vasconcelos, y otras doce personas, suceso que ha conmocionado al país. El presidente ha prometido una investigación a fondo sobre los hechos: "El Gobierno de México no tiene el menor interés, ni la menor voluntad, de ocultar absolutamente nada, al contrario. Quiero que se sepa la verdad y quiero saberla yo mismo", ha manifestado Calderón. "Los elementos con los que se cuenta hasta este momento no permiten afirmar la existencia de otra hipótesis diferente a la de un accidente", ha añadido.  A pesar del énfasis de Calderón en desmentir, por el momento, la hipótesis del atentado, ésta es la versión más extendida a nivel popular y en los análisis y opiniones de los articulistas mexicanos. Uno de ellos, Rubén Martín, apuntaba en el periódico Milenio: “Felipe Calderón debería estar preocupado por la “muerte” de la credibilidad oficial que revela esta convicción popular de que se trató de un atentado. Y ya sabemos lo que se deriva de esta creencia, de esta percepción. Hay grupos antagónicos al Estado muy poderosos, tan poderosos que pueden derribar el avión en donde viaja el número dos en el organigrama del poder público federal. Por este camino se llega a la conclusión de la extrema debilidad en la que se encuentra el Estado mexicano”. Por su parte, y en relación a este suceso, Salvador García Soto, en su columna “Serpientes y Escaleras”, se pregunta cómo se permitió que “dos funcionarios del nivel del secretario de Gobernación y el ex fiscal antidrogas, José Luis Santiago Vasconcelos, viajaran juntos, en un mismo avión. Máxime cuando sobre éste último pesaban conocidas amenazas de muerte del narcotráfico e incluso hubo intentos de atentados del cártel del Golfo y otros grupos del ‘narco’ en al menos tres ocasiones, la más reciente el 17 de enero de este año. ¿No sabían los militares del EMP que custodiaban a Juan Camilo que eso es uno de los protocolos básicos en su labor?”.