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04/05/2023 / Casa Amèrica Catalunya

"Si no podemos cambiar el clima, deberemos cambiar el modelo de producción"

Este miércoles ha tenido lugar la segunda charla del ciclo "Ciudades contra la desigualdad", organizado por Casa Amèrica Catalunya con la colaboración de DIPLOCAT. El ciclo incluye tres charlas para hablar de ámbitos primordiales para transformar las ciudades en lugares más habitables, justos y sostenibles: el acceso a una vivienda digna, la salud de los ciudadanos y la mejora de la seguridad pública.

En esta ocasión y para hablar sobre "Salud en espacios urbanos", se ha contado con la participación del uruguayo Sebastián Figuerón, empresario responsable con certificación B-Corp, que trabaja en la producción industrial y biológica de alimentos y, en paralelo en la mejora del entorno ambiental, y Pere Alzina i Bilbeny, licenciado en Biología, que trabaja como consultor ambiental haciendo diagnósticos y planes de acción sobre biodiversidad, residuos y contaminación del aire y del agua .

Figuerón ha empezado explicando la apuesta de su empresa por producir vegetales hidropónicos, en concreto lechugas, de mayor calidad y de forma más eficiente y sostenible que con la horticultura tradicional, y además con ciclos de producción más cortos. Esta producción también incorpora una vertiente social al priorizar la contratación de mujeres, un grupo a menudo excluido del mercado laboral, dado que entre el 70 y el 75% de los trabajadores de la empresa son mujeres. Asimismo, la certificación B-Corp que ostenta la empresa le acredita como una de las 4.000 empresas del mundo consideradas "las mejores empresas para el mundo". La certificación considera el triple impacto a nivel económico, social y ambiental, con un compromiso hacia la sostenibilidad del planeta, la apuesta por la igualdad de género y el fomento de la capacitación de las personas que lo habitan.

El uruguayo se ha referido a la necesidad de cambiar el modelo de producción. A su juicio, "los alimentos no faltan, pero falla la distribución", y ha añadido que hay que apuntar hacia la producción en nuevos territorios, "porque si el clima no se puede cambiar, habrá que cambiar el modelo de producción". Figuerón ha señalado que el uso de pesticidas y sustancias nocivas para contrarrestar los problemas de los terrenos productivos va en contra de la salud humana y hay que ir hacia otras soluciones fitosanitarias aceptables tanto para la salud como para la sostenibilidad del planeta.

Seguidamente, Pere Alzina ha pasado a hacer una diagnosis ambiental de Barcelona. Se trata de una "ciudad dual", con un 81% de zona urbanizada, entre un 11 y 12% de bosque, con el pulmón de Collserola básicamente, con alguna zona verde más y una zona agrícola prácticamente inexistente. Uno de los principales problemas es la densidad de población, con 16.000 habitantes/km2, un porcentaje muy superior a ciudades como Nueva York, que tiene unos 11.000 habitantes/km2. Otro de los aspectos negativos en la salud de la ciudad, lo que Alzina llama "agujero negro", es la gestión de los residuos, dado que ha habido un incremento en la generación de residuos del 94% en 20 años. En este sentido, ha señalado que Barcelona está por debajo del 50 por ciento de los objetivos marcados por la Unión Europa.

Por otro lado, Alzina ha apuntado como elementos positivos y en claro proceso de mejora, aunque sea necesario seguir trabajando en ellos, la gestión del agua y la calidad del aire. Barcelona ha reducido el consumo de agua un 21% en los últimos años, creando depósitos de aguas pluviales para frenar "los ríos de ramblas" y aprovechar el agua para el riego. Si esto se hubiera hecho en toda Catalunya, estaríamos en una situación menos problemática que la actual, según el ponente. En cuanto a la calidad del aire, Alzina ha señalado que es un problema inherente a todas las grandes ciudades, y aunque la situación en Barcelona no es óptima, no es tan mala como algunas veces se quiere hacer creer.

El ciclo "Ciudades contra la desigualdad" continuará con una última charla sobre seguridad pública el próximo mes de junio. El objetivo de estas charlas es reflexionar sobre el hecho que, en un momento en que la mayoría de la población mundial vive en las ciudades, los centros urbanos se han convertido a menudo en una fuente de malestar, de conflicto y de soledad para muchas personas. Las ciudades deben evolucionar si se quiere que sean más acogedoras para sus habitantes, mejorando su salud física y mental y, de rebote, las relaciones sociales. Tanto el sector público como el privado y el tercer sector pueden ser decisivos en el camino hacia unas metrópolis más amables.