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05/02/2020 / Barcelona

Santiago Gamboa, escritor: ‘Las iglesias evangélicas están poniendo en jaque a las democracias de América Latina’

El escritor colombiano Santiago Gamboa ha visitado Casa Amèrica Catalunya tras participar en el certamen BCNegra dedicado a la novela negra, género en el que se inscribe Será larga la noche, su último y aclamado libro editado por Alfaguara. Autor de referencia, con él hemos hablado de la Colombia del post-conflicto armado y de la inquietante presencia, también en el conjunto de América Latina, de las iglesias evangélicas.

¿Tanto le preocupa el fenómeno de las iglesias evangélicas como para situarlas en el centro de la trama de Será larga la noche?
--El impacto de las iglesias evangélicas en Colombia y América Latina es brutal. Me parece una deriva que se está saliendo de cauce y que se está convirtiendo en un problema de seguridad nacional. Está poniendo en jaque a la democracia en la medida que se están llevando cantidades enormes de millones de personas hacia un tipo de voto electoral dirigido desde la fe y, en muchos casos, desde el poco conocimiento, y a veces, desde la ignorancia y la falta de educación sobre de lo que es la democracia, los sistemas políticos. Están llevando a la gente a votar en contra de sus propios intereses y los pastores se están convirtiendo en caciques electorales. Todo esto me parece gravísimo.

¿Qué papel juegan esas iglesias en la difícil consolidación de la paz en Colombia? ¿Cómo ve el momento por el que pasa su país?
--Uno de los enemigos de la paz fueron las iglesias evangélicas, aunque no todas ya que un pequeño porcentaje no se opuso. Pero la gran mayoría se opuso a la paz haciendo una cierta retorsión y chantaje al gobierno de Juan Manuel Santos. Hoy la paz ya está firmada desde hace prácticamente 3 años y está implementándose. El problema es que el partido político que está hoy en el gobierno nace en oposición al proceso de paz. El presidente Iván Duque es el representante de un gobierno que está en contra de los acuerdos de paz. Gracias a Dios, la Corte Constitucional protegió con una sentencia durante 15 años el proceso de paz y es intocable. Pero lo que sí pueden hacer, y lo que está haciendo el gobierno de Duque, es poner palos en las ruedas, demorar en todo lo que se pueda, hacer que las cosas se empantanen, no tomar las decisiones en el momento justo para que todo sea más lento e intentar a veces exasperar también a la contraparte, que es la guerrilla desmovilizada, para que también la guerrilla decida irse y no crea más en ello. Es una situación delicada.

Por otro lado, están los asesinatos de líderes sociales, de excombatientes de las FARC, un clima de violencia que de alguna manera estaba previsto porque Colombia es como un cuerpo con muchas enfermedades que logró curarse de la más grave pero siguen las otras. El enfrentamiento con las FARC era terriblemente irritante para la vida cotidiana colombiana, pero no era la única. Ahora permanecen las otras manifestaciones de violencia.

En esta edición de BCNegra se ha podido comprobar el auge de la novela negra latinoamericana. ¿A qué se debe?
--Yo creo que la literatura latinoamericana que quiere ser realista, que quiere ser una crónica de la vida cotidiana de los países, termina siendo novela negra. No porque muchas veces sea la intención del autor sino porque la realidad es tremendamente oscura, negra, sórdida. Casi podríamos hablar de una especie de género llamado novela negra involuntaria. No es mi caso. Será larga la noche lo hice con toda la intención de que fuera una novela negra porque la novela negra es un modo de escribir, de distribuir la información, un modo de narrar y una distancia muy buena para hacer lo que yo llamo una fotografía de una sociedad en un momento específico. Para mí es perfecta en sus materiales y, además, tiene como cómplice la curiosidad del lector. Si uno logra la curiosidad del lector, puede contar lo que quiera, los problemas que quiera. El lector lo va a leer todo porque quiere saber lo que pasa al final.