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25/07/2018 / Barcelona

Milthon Robles, periodista: “En Honduras, si eres opuesto al sistema tu vida no vale nada”

El periodista hondureño Milthon Robles es el nuevo residente del programa Escritor Acogido que el PEN Català coordina en Barcelona con el apoyo del Ayuntamiento de la ciudad en el marco de la Red Internacional de Ciudades Refugio (ICORN). Robles sufrió varios intentos de asesinato y un secuestro por sus investigaciones periodísticas sobre estructuras de extorsión en Honduras que involucran a políticos, líderes religiosos y maras. Desde el exilio, Robles anuncia su determinación a seguir con su labor y no esconde su pesimismo ante la violencia y corrupción instaladas en Centroamérica.

¿En qué situación llega a Barcelona y qué le supone el programa Escritor Acogido?
Llegué a Barcelona a finales de mayo tras casi año y medio en Madrid en situación bastante precaria. A Madrid llegué el 12 de diciembre de 2016 después de 3 meses encerrado en Tegucigalpa a donde me trasladaron en unas condiciones complicadas, sin que el mecanismo de protección me brindara la seguridad necesaria. Decidí exiliarme porque me iban a matar. Ya me habían secuestrado en septiembre de ese año. Pertenecía al PEN Honduras y también era el presidente de la Asociación de Comunicadores Sociales Independientes. Así hasta que logramos entrar en este programa de escritores acogidos. Desde aquí seguimos trabajando en temas de investigación, en un libro sobre la libertad de expresión y también tengo en marcha una crónica sobre los cordones de miseria en Honduras.

Su situación en Honduras era dramática, límite…
En agosto de 2016 me intentaron matar cinco veces. Desde un vehículo en marcha me dispararon, me intentaron atropellar, tenía intervenidas líneas telefónicas, correos electrónicos, redes sociales… Tenía un programa de radio y sabían los movimientos que hacía. Desde 2015 investigaba el llamado Impuesto de guerra, un tipo de extorsión a los dueños de pequeños negocios del transporte público: taxistas, propietarios de antiguos autobuses escolares de los Estados Unidos que se reutilizan en Honduras para transporte público, o de los microbuses, que allá se llaman rapiditos. A esta gente, las maras y pandillas les cobran este tipo de impuesto, pero va más allá de eso. Cuando te internas en la investigación y hurgas en la situación te enteras de que hay involucrados ministros, diputados, líderes de Iglesias evangélicas y de la Iglesia católica, que son los que andan con chaqueta y corbata y reciben este dinero. No quiero defender a los jóvenes de las maras y pandillas porque son delincuentes, son un problema, pero son unas víctimas más del sistema.

¿Las miembros de las maras no se enriquecen con este tipo de actividades?
Es un gran error la creencia extendida en Europa de que estos jóvenes entran en las maras para salir de la pobreza. De hecho, ellos no perciben dinero, lo recogen y lo entregan, son como un correo. Lo único que reciben es la marihuana, que para ellos es la droga más cara porque no reciben nada más. Se sienten en familia porque los líderes de estas organizaciones hacen un trabajo psicológico, los acogen como familia, pero una vez dentro no pueden salir. Solo hay dos formas de lograrlo: hacerse religioso (sobre todo pertenecer a una Iglesia evangélica) o huir a un país neutro donde no existan estas redes del crimen organizado. Estos jóvenes son máquinas, están enajenados. Yo me adentré en eso, comencé a publicar mis investigaciones en medios digitales y a divulgar en mi programa de radio audios distorsionados de testimonios. Todo ello iba a culminar en un libro y en un documental, pero se llevaron buena parte de la documentación. Pero quiero seguir y que mi exilio tenga un fruto para el país y para la gente que sufre esta situación.

Dices que Honduras es un estado fallido donde impera la impunidad…
La impunidad es el día a día para la clase pobre en Honduras, que es el 85% de la población con un 45% viviendo en condiciones de miseria. Más allá de la violencia callejera y la corrupción, no existe un sistema sanitario digno para las personas. Este fin de semana, en un hospital público de mi ciudad, San Pedro Sula, falleció un joven migrante sin papeles retornado de México. Tardaron seis horas en atenderle y luego le dijeron que debía esperar tres días para que le examinara el especialista a pesar de tener leucemia y anemia. Dos horas después falleció. Esto son cosas del día a día, hay heridos que mueren como animales en las salas de urgencia, suena pesado y vulgar, pero es así… Nosotros allá decimos que muere como un perro de la calle. Todo esto lo hemos tratado como defensores de derechos humanos. Pero es terrible: si eres opuesto al sistema, tu vida no vale nada.

¿Qué podría hacer Europa más allá de compadecerse ante lo que está pasando en Honduras y otros países de Centroamérica?
Europa tiene un maquillaje sobre el tema de los derechos humanos. Sí se impulsan muchos programas, pero desde aquí hay grandes multinacionales que provocan las tramas de corruptelas de políticos y empresarios y son las que más se benefician del crimen organizado. Podría hablar de las compañías del señor Florentino Pérez, uno de los mayores empresarios en la explotación de las riquezas naturales en Centroamérica y Chiapas, al sur de México. Sus empresas persiguen a defensores de la tierra y de los derechos humanos. Por otro lado, también tenemos las maquilas o industrias manufactureras del señor Amancio Ortega, que como tiene una fundación es muy querido, pero allá muchas mujeres mueren de cáncer por el polvo de los telares y no pasa nada. Europa tiene las dos caras, es la hipocresía de los derechos humanos. Cuando estás en peligro y buscas el apoyo de la Unión Europea hay un protocolo y una burocracia que en mi caso tardó tres meses en aprobar la residencia en España. En tres meses me podían haber matado y hubiera quedado como un mártir nada más, como es el caso de Berta Cáceres y un montón de gente. Después hacen homenajes póstumos, pero ¿de qué valió? Creo que hay mucha hipocresía.

¿No hay ninguna ventana para el optimismo, donde se atisbe la posibilidad de cambios en la situación en Centroamérica?
Salvo raras excepciones, como Costa Rica o Uruguay, en el conjunto de América Latina hay pesimismo. Nuestra juventud se ha convertido en una marioneta de los políticos y ha perdido el criterio propio, la toma de decisiones. Ahora, los movimientos universitarios, en auge en los años 70, no valen nada, apenas aparece un líder universitario los políticos le lavan el coco y lo convierten en un semidiós que al mes ya dice que quiere ser presidente o diputado.

Pero en Nicaragua los universitarios lideran y se juegan la vida en las protestas contra el autoritarismo de Daniel Ortega…
Es cierto que en Nicaragua estos jóvenes están dando la cara, pero detrás de hay la hipocresía de la Iglesia católica, que se está aprovechando de este grupo universitario, acompañada de la corruptela del Partido Liberal de Nicaragua, de donde surgieron Arnaldo Alemán y Violeta Chamorro, que robaron millones. Siempre lo he criticado: lo que pasa en Latinoamérica no es un tema ideólogico, es que salen estos y luego entran los otros, unos con banderas de izquierda y otros con bandera de derecha, pero lo que quieren es lograr el poder para seguir robando.

En Nicaragua hay muchos jóvenes involucrados de convicción en las luchas sociales, pero por arriba hay alguien que les comanda, les manipula y les lava el cerebro, alguien que cuando llegue al poder se va a aprovechar. Lo hizo Daniel Ortgea desde la oposición, o en El Salvador, donde tras cinco décadas de gobierno derechista de ARENA llegó al poder el Frente Farabundo Martí como esperanza de cambio para el pueblo, pero con un candidato, Mauricio Funes, un corresponsal de la CNN que ahora es un protegido de Daniel Ortega, que robó más de 200 millones de dólares. Y lo mismo en Guatemala, donde yo víví una temporada. Al actual presidente lo conocí cuando era un comediante de televisión y un pastor evangélico, un demagogo de primera financiado por el narcotráfico, está comprobado. El pueblo de Guatemala dijo “esto es lo que hay, vamos a probar, parece honesto…”. Y resulta que este es peor que el anterior presidente Otto Pérez Molina, encarcelado por el escándalo de corrupción La Línea.

Yo veo más esperanza en lo que ha pasado en México, aunque el partido que ha ganado las elecciones (Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), de Andrés Manuel López Obrador, próximo presidente del país) también tiene a gente involucrada en el narcotráfico. Veo esperanza porque al menos se eliminará esa corruptela que ha venido en ascendencia con el PRI y el PAN, pero en Centroamérica veo muy poca esperanza.

¿Aún le quedan fuerzas para preparar, en su faceta de escritor, un libro de poesía?
Es una poesía loca, crítica (ríe)…